lunes, 14 de septiembre de 2009

15 de Setiembre...Al Pie de la Cruz estaba

SECUENCIA



La Madre piadosa estaba ¡Oh cuan triste y afligida

junto a la cruz, y lloraba estaba la Madre herida,

mientras el Hijo pendia; de tantos tormentos llena,

cuya alma triste y llorosa, cuando triste contemplaba

traspasada y dolorosa, y dolorosa miraba

fiero cuchillo tenia. del Hijo amado la pena!



¿Y cual hombre no llorara Hazme contigo llorar

si a la Madre contemplara y de veras lastimar

de Cristo en tanto dolor? de sus penas mientras vivo;

¿Y quien no se entristeciera, porque acompanar deseo

Madre piadosa, si os viera en la cruz, donde lo veo,

sujeta a tanto rigor? tu corazon compasivo.



Por los pecados del mundo, ¡ Virgen de virgenes santas!,

vio a Jesus en tan profundo llore ya con ansias tantas

tormento la dulce Madre. que el llanto dulce me sea;

Vio morir al Hijo amado porque su pasion y muerte

que rindio desamparado tenga en mi alma de suerte

el espiritu a su Padre. Que siempre sus penas vea.



¡Oh dulce fuente de amor!, Haz que su cruz me enamore

hazme sentir tu dolor y que en ella viva y more

para que llore contigo. De mi fe y amor indicio;

y que, por mi Cristo amado, porque me inflame y encienda

mi corazon abrasado y contigo me defienda

mas viva en El que conmigo. en el dia del juicio.



Y, porque a amarlo me anime Haz que me ampare la muerte

en mi corazon imprime de Cristo, cuando en tan fuerte

las llagas que tuvo en si. trance, vida y alma esten;

Y de tu Hijo, Senora, porque, cuando quede en calma

divide conmigo ahora el cuerpo, vaya mi alma

las que padecio por mi. a su eterna gloria. Amen.

viernes, 11 de septiembre de 2009

EL SUFRIMIENTO GLORIFICADO


Los próximos días vamos a celebrar la fiesta de la “exaltación de la Santa Cruz” y de “nuestra Señora, la Virgen de los dolores”.
¿Por qué motivo la Iglesia puede celebrar la cruz y el dolor?
Sabemos que algunas sectas rechazan la cruz que llevan los católicos. Dicen que es maldición para el que la lleva… que trae mala suerte y que se trata más bien de algo que la Biblia maldice.
Evidentemente que habría que refutar muchas cosas en esta manera de hablar.
Por una parte, sí es cierto que, según la Biblia, el que muere en la cruz es un maldito. Así nos recuerda San Pablo (Ga 3,13) citando el Deuteronomio (21,23). La razón es que se suponía que el crucificado es una persona que ha llevado una vida infame.
Pero, por otro lado, sabemos que aquí se trata de Jesús, quien fue injustamente sentenciado como si fuera un criminal.

Sin embargo, en la misericordia de Dios, esa crucifixión de Jesús fue el principio de salvación para todos, incluso para esas sectas que rechazan la cruz como una maldición...

Por su parte la Iglesia celebra la fiesta de ese día, recordando la dedicación de la basílica que se construyó en Jerusalén, para mostrar al pueblo la cruz del Redentor que había encontrado Santa Elena.

En este sentido, y si meditamos con verdadera fe, descubrimos que la cruz se ha convertido en un instrumento de triunfo y garantía de que hemos sido perdonados por Dios.

En efecto, al celebrar la Iglesia la cruz en este día, nos invita a rezar así:

“Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz”… Ese ha sido el regalo del Padre y por eso le pedimos que, por los méritos de Jesús, alcancemos el cielo que Él nos mereció con su dolorosa muerte.

También sabemos que en el prefacio la liturgia nos explica lo que se celebra en la fiesta de ese día.

En el caso concreto de la exaltación de la Santa Cruz, leemos:

“Has puesto la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que, donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido por Cristo”.

Motivos más que suficientes para recordar, con amor y gozo, fuera del tiempo penitencial de la Semana Santa, la victoria de Cristo desde la cruz y la salvación nuestra, precisamente por la cruz.

En cuanto a los dolores de Santa María, no nos gozamos porque Ella sufrió. Sino porque sus dolores, junto a la cruz de Cristo, han servido también para la salvación de todos, aunque de una manera muy distinta de los sufrimientos de nuestro Redentor.

Porque si todo sufrimiento de cualquiera de los que formamos parte del cuerpo místico de Cristo, es purificante para todo el cuerpo, mucho más el dolor de María Santísima porque, aunque es criatura, es también la Madre de Dios y Madre nuestra.

Así sufrió por motivo de los dolores de su Hijo, el predilecto del Padre encarnado, y al mismo tiempo nos ayudó a nosotros los hijos espirituales que Jesús le dio desde la cruz.

Esto mismo nos enseña la oración del día:

“Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección”.

En este momento, no sé por qué, recordé a Mónica intercediendo por Agustín…

Todos estos dolores le merecieron a la Virgen que, sin morir, recibiera la palma del martirio junto a la cruz. Por eso uno de los títulos que la Iglesia da a María es el de “Reina de los mártires”, porque, sin morir, sufrió más que todos ellos.

De esta manera también se cumplió el anuncio de Simeón:

“Una espada traspasará tu alma”.

Así, Santa María sufre en el alma lo que su Hijo sufrió en el cuerpo. Él es nuestro Redentor único que nos salvó de nuestros pecados y Ella es la Corredentora que “compadeció” con Él por todos nosotros.

Estas dos fiestas, por tanto, no son para gozarse en el dolor por el dolor, sino en la fecundidad que brota del sufrimiento vivido dentro del plan de Dios.

Es una invitación para que todos nosotros aprovechemos los sufrimientos y limitaciones de la vida, para ofrecerlos al Padre unidos con los de Cristo.

Éste es el camino cristiano que, a veces, se expresa así: por la cruz a la luz.

José Ignacio Alemany Grau, Obispo

Director Interino de Programación de Radio María