miércoles, 10 de febrero de 2010

Via Matris a la Virgen Dolorosa

El Vía Matris es el camino que recorrió María de regreso, desde el Santo Sepulcro hasta su casa. Es un camino en el que recuerda y revive el Via Crucis, el Camino de la Cruz. Por lo tanto, lo rezamos acompañando a la Madre Dolorosa de vuelta a su hogar.
Dedicatoria a María
Déjanos seguir contigo desde el sepulcro al cenáculo el camino doloroso de tu soledad u llanto. Desahoga, Madre nuestra tu corazón angustiado, rosa de siete puñales por nuestros siete pecados. Repite el diálogo interno con tu hijo bienamado, muerto a los ojos del mundo y, para ti, descansando. De tu voz aprenderemos la fe, la esperanza, el cántico triunfal de amor renacido tras las tinieblas del sábado.
XIV Estación: Jesús fue puesto en el Sepulcro
Detrás de la losa, queda tu corazón destrozado semilla de amor eterno, dormido y siempre velando. Cómo me duele dejarte. Te quisiera en mi regazo y estar contigo en tu sueño, que mi ansiedad hace largo. Sé que pronto te veré glorioso resucitado, y mi fe es el arco iris en la lluvia de mi llanto. Para aquellos, Hijo Mío, que el dolor embarcaron, tu sepulcro sea la estrella que los lleve a puerto salvos. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
XIII Estación: Jesús fue puesto en el Sepulcro
Aquí estuviste, Hijo mío, como la flor de su tallo. Flor deshojada, sangrienta en el dolor de mis brazos. Aquí cubrieron de mirra -¡ay, recuerdo de los Magos!-, la púrpura de tus llagas, llagas que en mí se han quedado. Fina sábana de nieve veló tu cuerpo adorado, y tu faz, mi sol, mi espejo se ocultó tras un sudario. Benditos los que adivinan, tras la llaga del hermano, tu divino rostro vivo que espera amor y cuidado. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
XII Estación: Mi Jesús murió en la Cruz
Aquí, la Cruz… Aquí el grito: – “¡Todo está consumado…!” la tiniebla, el terremoto y la lanza perforando tu corazón y mi pecho con el mismo hierro insano. Aquí me entregaste al hombre – verdugo por el pecado -, como hijo pequeñito nacido de sangre y llanto, Hijo tan distinto a ti, pero, en mi carne, tu hermano. Que las penas de su cruz – ¡hay tantos hombres ingratos !- no olviden que soy su Madre y que mucho me costaron. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
XI Estación: Mi recuerdo de los clavos
Sobre la roca tendieron la cruz para desclavarlo. Yo les rogaba: -¡ Por Dios, no le lastimen las manos! … Y estaban duras y frías, ellas que hicieron milagros y, tantas veces, filiales, con amor me acariciaron. Manos de mi Dios, heridas y, como sus pies, de mármol. Manos y pies de mi Niño, por obediencia entregados. Que si dejaron la cruz es por ir apresurados a quitarte, pecador, de tus miserias los clavos. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
X Estación: Cuando desnudaron a Jesús
Sobre esta Piedra, a los dados, la militar compañía se jugó la blanca túnica por mis desvelos tejida. Del lino de mis amores virginales parecía, pero quedó con su sangre lumbre de azotes, teñida. Lo vi desnudo, inocente, mientras la turba reía. Total entrega de Dios por su criatura caída. ¡Ay, si el pecado del mundo despojado, en carne viva, penitente se cubriera con la vergüenza divina…! Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
IX Estación: Cuando vi caer a Jesús por tercera vez.
Dejadme besar la tierra, porque, al llegar al Calvario, también besó mi Niño tercera vez derribado. ¡Era tan dura la carga y tan cruel el populacho! Era llevar en los hombros lo más terrible: el pecado. Y cayó, cayó de bruces… Yo vi sus divinos labios, en un beso doloroso, de polvo y sangre manchados. Polvo del hombre, miseria y sangre de Dios, juntando en ósculo de perdón el cielo y el mundo ingrato. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
VIII Estación: Cuando Jesús consoló a las mujeres
Y se fueron las mujeres que por mi Jesús lloraron. Las calles huelen a miedo bajo el cielo encapotado. Si en el leño verde el fuego del furor rompió en estragos, ¿qué será en el leño seco por la plaga del pecado? ¿Mujeres que lloren? ¡No! Faltan en el mundo llantos viriles que reconozcan las voces que claudicaron. ¡Hombres del mundo, llorad mientras dura el Viernes santo, porque sintáis el consuelo de Cristo resucitado! Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
VII Estación: Donde Jesús cayó por segunda vez
El crepúsculo se apaga y, en la callejuela angosta, como en conciencia culpable, se han dad cita las sombras. Aquí tropezó Jesús – ¡ las almas son tan tortuosas ! – y, segunda vez, la tierra probó el sabor de las rosas. Que el Amor es insistente cuando en verdad se enamora y dos veces, traicionado una y otra vez perdona. Por alzar a los caídos, Jesús probó la derrota y a mí me nombró refugio de los que, caídos, lloran. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
VI Estación: Cuando una mujer piadosa enjugó el rostro de Jesús
En esta tarde de llanto, en mi soledad mas sola, es una luz de esperanza recordar a la Verónica. El rostro que fue mi espejo, mi sol, se ocultaba en sombras de sangre, sudor , salivas, polvo y divina congoja. Una mujer, como yo, valiente rompió la tropa y enjugó la faz amada con la nieve de su toca. Pintado en sangre quedó el rostro que me enamora y, pintado en mis pupilas, el llanto no me lo borra. Hacia cualquiera que miro, la semejanza me asombra: todos los rostros del mundo se le parecen ahora. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
V Estación: Mi gratitud al Cirineo
A Simón el Cirineo detuvieron los soldados. Sudor y polvo traía como ofrenda de los campos. Mi Jesús era gavilla redentora de cansancio, y del peso de su cruz tuvo a bien participarnos. Simón recibió el madero, primeramente con asco. Poquito a poco, el camino le floreció de entusiasmo. Porque ir junto a mi Hijo en el sufrimiento humano, es hallar al fin la gloria, es a Él y a mí encontrarnos. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
IV Estación: Cuando me encontré con Él
Era difícil seguir de cerca a Jesús atado. Unidos al dolor, lejos en el cuerpo estábamos. Pero mi amor maternal se atrevió entre el populacho y pude mirar…, mirarme en los ojos de mi amado. Vivo aún de esa mirada, que retuvo el viril llanto por no doblar la agonía deshojada en mi regazo. Mirada firme de amor, que sellara el holocausto de nuestros dos corazones por ti, que estás escuchando. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
III Estación: Cuando mi Jesús cayó por primera vez
¡Mirad si queda en el suelo alguna gota de sangre! La recogerá la copa de mis besos maternales. Porque , al salir del Pretorio alguien se atrevió a empujarle y cayó, Varón de burlas, absolviendo a los culpables. ¡Mirad si quedó en el suelo alguna gota de sangre! ¡Estaba tan malherido…! ¡El madero era tan grande…! ¡que nadie ponga tropiezos a quien su miseria cargue por este mundo de cruces dolorosas y ambulantes! Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
II Estación: Cuando Jesús recibió la Cruz
Sobre sus hombros pusieron el leño de la victoria. Él, carpintero, sabía de maderas olorosas. Y la levantó triunfante, como levanta a su esposa el amante enamorado en la noche de sus bodas. ¡Aborrecerla o amarla? En esta vía dolorosa, la cruz se clavó por siempre en mi corazón, muy honda. Cruz de Jesús y del hombre, divina cruz redentora, ligero yugo amoroso, ¡puente que lleva a la Gloria! Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
I Estación: Cuando condenaron a muerte a Jesús
Anda suelto en la ciudad un silencioso homicida. Mi hijo pagó el rescate con su corona de espinas y, por que nada faltara, ofreció vida por vida. Pilato quiso lavar con agua su cobardía y su nombre, para siempre, se quedará como estigma de quien, por temor al mundo, al mismo Dios crucifica. Ahora, frente al Pretorio, la plaza duerme vacía. Un agrio remordimiento en las conciencias vigila. – ¡Resucitará? …Preguntan. Sólo yo sufro tranquila. Sólo yo… Mis compañeras, las dulces, fieles Marías, quieren llevar al sepulcro, el domingo, aceite y mirra. Yo seré, en el mundo a oscuras, la sola luz encendida. Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores. Dios te salve, María …
Último Deseo
Déjanos seguir contigo por el Vía Crucis, Señora, de nuestra vida doliente, sin tu amor más angustiosa. Podemos ser los Pilatos; los Cirineos, las Verónicas, los ladrones, los soldados, los fariseos, las llorosas, mujeres, el populacho voluble como las olas; podremos ser Judas, Pedro… Tú sabes bien nuestra historia. Mas, eres dulce refugio, Madre de Misericordia. Déjanos seguir contigo fieles hoy y hasta la hora sorpresiva de la muerte. ¡Amén Madre Dolorosa! ¡Amén por esa alegría que ya te anuncia la aurora! Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia…
Autor: L.C. Flores Mateos, S.J.
Cortesía de: www.churchforum.org

Rosario de los Siete Dolores de María Santísima

Por la señal de Santa Cruz... Señor mío Jesucristo...
P. Dios mío ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre...
Jaculatoria Oh Madre Afligida, graba en mí las llagas de tu Hijo amado por mi amor crucificado. (Se repite al final de cada dolor)
1º Dolor La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes. (Padre nuestro, siete avemarías, gloria y la jaculatoria)
2º Dolor La huida a Egipto con Jesús y José.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
3º Dolor La pérdida de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
4º Dolor El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
5º Dolor La crucifixión y la agonía de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
6º Dolor La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
7º Dolor El entierro de Jesús y la soledad de María.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
P. Ruega por nosotros Santa madre de Dios
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración final
Señor, que en tu misterio de salvación has querido que continuara la Pasión de tu Hijo en los miembros de su cuerpo, que es la Iglesia: haz que, unidos ala Virgen María, Madre Dolorosa al pie de la cruz, la imitemos y sirvamos a Cristo en los hermanos que sufren. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.