1. Señor de los Milagros, a ti venimos en procesión:
Porque ¡Sólo Tú, tienes palabras de vida eterna! (ver Jn 6,68).
Porque ¡Sólo Tú, eres el único salvador del mundo ayer, hoy, y lo será siempre! (ver Heb 13,8).
2. Señor de los Milagros, ayúdanos a responder con generosidad al llamado del Papa Benedicto XVI de tener una fe adulta y madura, profundamente arraigada en la amistad contigo, en quien la verdad y el amor se identifican, para así «realizar la verdad en la caridad».
3. Sostén, todos nuestros esfuerzos.
En el alba del tercer milenio:
Llévanos a contemplar Tú rostro, en compañía de Santa María.
Concédenos una conversión profunda y sincera, que es reconciliación y vida nueva.
Ayúdanos a ser santos, porque no hay mayor tristeza e irresponsabilidad que la de no trabajar ardorosamente por nuestra santidad.
Renueva en tu amor nuestras comunidades, para que sean “casas y escuelas de oración y de comunión”.
Que sepamos escuchar y anunciar tu Palabra con un corazón generoso como el de Santa María.
Que redescubramos tu acción misericordiosa en nuestras vidas sobretodo en el sacramento de la Reconciliación.
Suscita en nuestras vidas el “asombro eucarístico” que nos lleve a descubrir la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia.
Bendice nuestras familias, para que como verdaderas “iglesias domésticas”, sean cenáculos de amor fiel y duradero, y santuarios donde la vida sea querida, esperada y acogida como valor único e irrepetible.
Anima a nuestros jóvenes para que se comprometan generosamente en tu Iglesia.
Haz que nuestra Arquidiócesis se vea bendecida con el aumento de nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Apóyanos en nuestros esfuerzos por construir una sociedad más justa y reconciliada.
Haz que brillemos por nuestro amor hacia los pobres, por nuestra solidaridad con los enfermos, ancianos y explotados, y por nuestra capacidad de perdonar al que nos ofende.
Vela para que seamos defensores valientes de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural.
¡Señor de los Milagros! Que en todos nuestros esfuerzos sepamos cooperar activamente con tu gracia, ya que sin ella nada podemos hacer.
4. Nos alienta el saber que contamos:
Con tu compañía, fuerza inspiradora para nuestro camino.
Con el impulso de tu Espíritu, que como en Pentecostés, nos empuja hoy a caminar animados con la esperanza que “no defrauda” (Rom 5,5).
Con la guía y el amor maternal de tu Madre Santísima, quien nos acompaña en este camino como aurora luminosa y estrella de la nueva evangelización.
Y con la ayuda de nuestros santos peruanos quienes con su intercesión y ejemplo de vida nos invitan a que hagamos florecer en el Perú de hoy una nueva oleada de santidad que transforme nuestra sociedad y haga presente en ella la ansiada “civilización del amor”.
Que de esta manera toda nuestra Iglesia de Piura y Tumbes, te encuentre de verdad a Ti, que eres el Camino, la Verdad y la Vida. Que así sea. Amén.
San Miguel de Piura, 28 de octubre de 2006
Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V. Arzobispo Metropolitano de Piura