El Vía Matris es el camino que recorrió María de regreso, desde el Santo Sepulcro hasta su casa. Es un camino en el que recuerda y revive el Via Crucis, el Camino de la Cruz. Por lo tanto, lo rezamos acompañando a la Madre Dolorosa de vuelta a su hogar.
Dedicatoria a María
Déjanos seguir contigo desde el sepulcro al cenáculo el camino doloroso de tu soledad u llanto. Desahoga, Madre nuestra tu corazón angustiado, rosa de siete puñales por nuestros siete pecados. Repite el diálogo interno con tu hijo bienamado, muerto a los ojos del mundo y, para ti, descansando. De tu voz aprenderemos la fe, la esperanza, el cántico triunfal de amor renacido tras las tinieblas del sábado.
XIV Estación: Jesús fue puesto en el Sepulcro
Detrás de la losa, queda tu corazón destrozado semilla de amor eterno, dormido y siempre velando. Cómo me duele dejarte. Te quisiera en mi regazo y estar contigo en tu sueño, que mi ansiedad hace largo. Sé que pronto te veré glorioso resucitado, y mi fe es el arco iris en la lluvia de mi llanto. Para aquellos, Hijo Mío, que el dolor embarcaron, tu sepulcro sea la estrella que los lleve a puerto salvos.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
XIII Estación: Jesús fue puesto en el Sepulcro
Aquí estuviste, Hijo mío, como la flor de su tallo. Flor deshojada, sangrienta en el dolor de mis brazos. Aquí cubrieron de mirra -¡ay, recuerdo de los Magos!-, la púrpura de tus llagas, llagas que en mí se han quedado. Fina sábana de nieve
veló tu cuerpo adorado, y tu faz, mi sol, mi espejo se ocultó tras un sudario. Benditos los que adivinan, tras la llaga del hermano, tu divino rostro vivo que espera amor y cuidado.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
XII Estación: Mi Jesús murió en la Cruz
Aquí, la Cruz… Aquí el grito: – “¡Todo está consumado…!” la tiniebla, el terremoto y la lanza perforando tu corazón y mi pecho con el mismo hierro insano. Aquí me entregaste al hombre – verdugo por el pecado -, como hijo pequeñito nacido de sangre y llanto, Hijo tan distinto a ti, pero, en mi carne, tu hermano. Que las penas de su cruz – ¡hay tantos hombres ingratos !- no olviden que soy su Madre y que mucho me costaron.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
XI Estación: Mi recuerdo de los clavos
Sobre la roca tendieron la cruz para desclavarlo. Yo les rogaba: -¡ Por Dios, no le lastimen las manos! … Y estaban duras y frías, ellas que hicieron milagros y, tantas veces, filiales, con amor me acariciaron. Manos de mi Dios, heridas
y, como sus pies, de mármol. Manos y pies de mi Niño, por obediencia entregados. Que si dejaron la cruz es por ir apresurados a quitarte, pecador, de tus miserias los clavos.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
X Estación: Cuando desnudaron a Jesús
Sobre esta Piedra, a los dados, la militar compañía se jugó la blanca túnica por mis desvelos tejida. Del lino de mis amores virginales parecía, pero quedó con su sangre lumbre de azotes, teñida. Lo vi desnudo, inocente, mientras la turba reía. Total entrega de Dios por su criatura caída. ¡Ay, si el pecado del mundo despojado, en carne viva, penitente se cubriera con la vergüenza divina…!
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
IX Estación: Cuando vi caer a Jesús por tercera vez.
Dejadme besar la tierra, porque, al llegar al Calvario, también besó mi Niño tercera vez derribado. ¡Era tan dura la carga y tan cruel el populacho! Era llevar en los hombros lo más terrible: el pecado. Y cayó, cayó de bruces… Yo vi sus divinos labios, en un beso doloroso, de polvo y sangre manchados. Polvo del hombre, miseria y sangre de Dios, juntando en ósculo de perdón el cielo y el mundo ingrato.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
VIII Estación: Cuando Jesús consoló a las mujeres
Y se fueron las mujeres que por mi Jesús lloraron. Las calles huelen a miedo bajo el cielo encapotado. Si en el leño verde el fuego del furor rompió en estragos, ¿qué será en el leño seco por la plaga del pecado? ¿Mujeres que lloren?
¡No! Faltan en el mundo llantos viriles que reconozcan las voces que claudicaron. ¡Hombres del mundo, llorad
mientras dura el Viernes santo, porque sintáis el consuelo de Cristo resucitado!
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
VII Estación: Donde Jesús cayó por segunda vez
El crepúsculo se apaga y, en la callejuela angosta, como en conciencia culpable, se han dad cita las sombras. Aquí tropezó Jesús – ¡ las almas son tan tortuosas ! – y, segunda vez, la tierra probó el sabor de las rosas. Que el Amor es
insistente cuando en verdad se enamora y dos veces, traicionado una y otra vez perdona. Por alzar a los caídos, Jesús probó la derrota y a mí me nombró refugio de los que, caídos, lloran.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
VI Estación: Cuando una mujer piadosa enjugó el rostro de Jesús
En esta tarde de llanto, en mi soledad mas sola, es una luz de esperanza recordar a la Verónica. El rostro que fue mi espejo, mi sol, se ocultaba en sombras de sangre, sudor , salivas, polvo y divina congoja. Una mujer, como yo, valiente rompió la tropa y enjugó la faz amada con la nieve de su toca. Pintado en sangre quedó el rostro que me enamora y, pintado en mis pupilas, el llanto no me lo borra. Hacia cualquiera que miro, la semejanza me asombra: todos los rostros del mundo se le parecen ahora.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
V Estación: Mi gratitud al Cirineo
A Simón el Cirineo detuvieron los soldados. Sudor y polvo traía como ofrenda de los campos. Mi Jesús era gavilla
redentora de cansancio, y del peso de su cruz tuvo a bien participarnos. Simón recibió el madero, primeramente con asco. Poquito a poco, el camino le floreció de entusiasmo. Porque ir junto a mi Hijo en el sufrimiento humano, es hallar al fin la gloria, es a Él y a mí encontrarnos.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
IV Estación: Cuando me encontré con Él
Era difícil seguir de cerca a Jesús atado. Unidos al dolor, lejos en el cuerpo estábamos. Pero mi amor maternal se atrevió entre el populacho y pude mirar…, mirarme en los ojos de mi amado. Vivo aún de esa mirada, que retuvo el viril llanto por no doblar la agonía deshojada en mi regazo. Mirada firme de amor, que sellara el holocausto de nuestros dos corazones por ti, que estás escuchando.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
III Estación: Cuando mi Jesús cayó por primera vez
¡Mirad si queda en el suelo alguna gota de sangre! La recogerá la copa de mis besos maternales. Porque , al salir del
Pretorio alguien se atrevió a empujarle y cayó, Varón de burlas, absolviendo a los culpables. ¡Mirad si quedó en el
suelo alguna gota de sangre! ¡Estaba tan malherido…! ¡El madero era tan grande…! ¡que nadie ponga tropiezos a quien su miseria cargue por este mundo de cruces dolorosas y ambulantes!
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
II Estación: Cuando Jesús recibió la Cruz
Sobre sus hombros pusieron el leño de la victoria. Él, carpintero, sabía de maderas olorosas. Y la levantó triunfante,
como levanta a su esposa el amante enamorado en la noche de sus bodas. ¡Aborrecerla o amarla? En esta vía dolorosa, la cruz se clavó por siempre en mi corazón, muy honda. Cruz de Jesús y del hombre, divina cruz redentora,
ligero yugo amoroso, ¡puente que lleva a la Gloria!
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
I Estación: Cuando condenaron a muerte a Jesús
Anda suelto en la ciudad un silencioso homicida. Mi hijo pagó el rescate con su corona de espinas y, por que nada faltara, ofreció vida por vida. Pilato quiso lavar con agua su cobardía y su nombre, para siempre, se quedará como estigma de quien, por temor al mundo, al mismo Dios crucifica. Ahora, frente al Pretorio, la plaza duerme vacía. Un agrio remordimiento en las conciencias vigila. – ¡Resucitará? …Preguntan. Sólo yo sufro tranquila. Sólo yo… Mis compañeras, las dulces, fieles Marías, quieren llevar al sepulcro, el domingo, aceite y mirra. Yo seré, en el mundo a
oscuras, la sola luz encendida.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María …
Último Deseo
Déjanos seguir contigo por el Vía Crucis, Señora, de nuestra vida doliente, sin tu amor más angustiosa. Podemos ser los Pilatos; los Cirineos, las Verónicas, los ladrones, los soldados, los fariseos, las llorosas, mujeres, el populacho
voluble como las olas; podremos ser Judas, Pedro… Tú sabes bien nuestra historia. Mas, eres dulce refugio, Madre de Misericordia. Déjanos seguir contigo fieles hoy y hasta la hora sorpresiva de la muerte. ¡Amén Madre Dolorosa! ¡Amén por esa alegría que ya te anuncia la aurora!
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia…
Autor:
L.C. Flores Mateos, S.J.
Cortesía de: www.churchforum.org
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