miércoles, 23 de diciembre de 2009
Novena de Navidad -- 8vo dia
Consideración para el octavo día
23 de diciembre
"De la justicia, brota la solidaridad y la misericordia"
La Navidad nos debe llevar a profundizar más en el misterio de la infinita misericordia que Dios ha tenido con toda la humanidad de todos los tiempos. El nacimiento del Salvador es el signo más excelente de la cercanía de Dios a nosotros y de su compromiso definitivo y total con la humanidad.
Del Evangelio según San Lucas (1,57-66)
57 Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo.
58 Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella.
59 Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías,
60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: "No; se ha de llamar Juan."
61 Le decían: "No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre."
62 Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase.
63 El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Y todos quedaron admirados.
64 Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.
65 Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas;
66 todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: "Pues ¿qué será este niño?" Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
Reflexión
Alrededor del nacimiento de Juan el Bautista, Precursor del Señor, ocurren muchas maravillas que manifiestan de manera luminosa la bondad infinita de Dios. Los vecinos reconocen que el Señor ha tenido una gran misericordia con ella. Y Zacarías, el padre del niño, desata su lengua y se pone a bendecir y a alabar a Dios.
La proximidad de la fiesta de Navidad nos pone en esta actitud de bendición y de alabanza. Y al conocer la manera como Dios preparó los acontecimientos nos llenamos de admiración y cariño.
Pero todo lo anterior no nos puede distraer de la idea central del Evangelio escuchado que nos muestra en cada acontecimiento y en cada intervención de Dios su gran misericordia. De la misma manera y según lo que hemos meditado en esta novena, resuenan a nuestra conciencia otras invitaciones de Jesús: "Sean misericordiosos como vuestro Padre del Cielo es misericordioso", "perdonen y serán perdonados", "presten sin esperar recompensa", "acompañen al que los hace caminar con él", "amen a sus enemigos", "oren por los que los persiguen y calumnian".
A la luz de las enseñanzas del Evangelio sabemos que la misericordia, más allá de cualquier sentimiento, es una actitud de generosa disponibilidad frente a las limitaciones y deficiencias, frente a la pobreza y a las miserias de los que nos rodean. Lá misericordia que debemos vivir los discípulos de Jesús se parece a la bondad del Padre Dios que, sin preguntar "qué te hace falta", conoce y sabe la necesidad primordial de la humanidad entera y se toma la molestia de resolverla. Aún a pesar de no ser agradecido y hasta el límite de ser incomprendido y rechazado por los mismos beneficiados, Dios se compromete hasta el final en la solución del gran problema humano.
Dediquemos un momento a pensar lo que sería una nación en la que las necesidades de todos realmente fueran satisfechas por los responsables antes de que los pobres y postergados tuvieran que humillarse más. Pensemos en cómo hacer para que en todas partes se experimente la solidaridad y la responsabilidad en el destino común de la nación. ¿Tengo sincero interés por vivir la solidaridad y la misericordia para con todos los que me rodean?
(Momento de silencio.)
Compromiso personal y comunitario
En familia, recordar cuáles son las obras de misericordia espirituales y corporales, revisar nuestro compromiso frente a ellas y hacer el propósito firme de ponerlas en práctica todos los días.
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